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El miércoles fue uno de los días más completos. Comenzamos visitando el museo Guggenheim, que está en un emplazamiento privilegiado –en la 5ª Avenida, junto a Central Park–, en el que había varias exposiciones: The Third Mind (artistas americanos contemplan Asia), Kandinsky Gallery o Thannhauser Collection. De todos modos, lo realmente interesante y espectacular es el fantástico edificio de Frank Lloyd Wright (que se terminó de construir en 1959, cuando el arquitecto ya había fallecido).
Al salir del Guggenheim cogimos el metro para ir a Harlem. Empezamos por el Este, para ver un mural de Keith Haring de 1986, que está en el parque Crack Is Wack (el mismo título que tiene el mural).
Después, siguiendo por la calle 127, vimos la casa del poeta Langston Hughes. De ahí, embocamos la 125, que es la calle perfecta para ver lo esencial de Harlem: el Studio Museum (donde la encantadora Cynthia Cain nos dio todo tipo de información sobre el barrio –es manager del NYC Official Information Center– y nos invitó a asistir el domingo a la misa de su iglesia –católica–), el Adam Clayton Powell State Office Building Plaza (Adam Clayton fue el primer político afro-americano elegido para el Congreso en Nueva York), o el Apollo Theatre (donde actuaron artistas como Ella Fitzgerald, Billie Holiday, James Brown, Diana Ross & The Supremes, Gladys Knight & The Pips, The Jackson 5, Marvin Gaye, Stevie Wonder, Aretha Franklin, o Sarah Vaughan), aparte de disfrutar de la calle con más ambiente del barrio.

Paseando por la calle 125
Después nos fuimos a comer a Sylvia’s («The Queen of Soulfood»), en Lenox Avenue, donde disfrutamos de un pollo a la parrilla con macarrones con queso y una especie de puré de patatas que estaba excelente.
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Tras la comida, nos dirigimos al Oeste, a la zona del Riverside Park, donde visitamos el General Grant National Memorial (el mausoleo más grande de Estados Unidos), después de descansar un rato en otro parque cercano. Por supuesto, la gran explanada frente al mausoleo era utilizada por algún que otro skater.
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Desde allí nos dirigimos a la Universidad de Columbia (dimos una vuelta por el campus) y, después, visitamos la iglesia catedral de St. John The Divine y el jardín junto a la catedral, donde está la Peace Fountain, rodeada de figuras esculpidas por niños.
Por si todo lo anterior no hubiera sido suficiente para un día de turismo, nos fuimos hacia el barrio de Chelsea, para ver el nuevo edificio diseñado por Frank Gehry: el IAC Building.
De camino, pasamos por delante del Chelsea Hotel, que ha tenido huéspedes tan famosos como Eugene O’Neil, Thomas Wolfe, Arthur C. Clarke (que escribió 2001: A Space Oddyssey mientras se hospedaba en el hotel), Janis Joplin, Leonard Cohen, William Burroughs, o Patti Smith.
Después de disfrutar del edificio IAC, nos acercamos al Chelsea Market, que se ubica en el antiguo complejo (1890) de la National Biscuit Company.
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Ya empezábamos a estar cansados y, además, se acercaba la hora del concierto (íbamos a ver a Clem Snide), así que cogimo el metro hasta Bowery. Al llegar al Bowery Ballroom, nos llevamos una desagradable sorpresa: aunque la hora de la actuación eran las 8 de la tarde, había 3 teloneros, así que Clem Snide no empezarían hasta las ¡¡11 de la noche!! Como no hay mal que por bien no venga y la noche era estupenda, decidimos acercarnos al Empire State para ver la ciudad desde el piso 86, y el espectáculo mereció la pena.
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Dos horas más tarde volvimos a la sala y disfrutamos de un tranquilo concierto con el que finalizamos un día muy, muy intenso. El jueves se presentaba también interesante: museos por la mañana, que se preveía lluviosa (Frick Collection y la Neue Gallerie), y el musical Wicked por la noche.