
Lateral de Santa Maria Maggiore
En esta ocasión os voy a contar el viaje a Roma que hemos hecho en marzo de 2010.
NOTA: Haced clic en las fotos para verlas en grande.
Para el que le interesen los detalles de la preparación del viaje, voy a hacer algunas recomendaciones:
– Volamos con Ryanair, que lo hace a Ciampino. Merece la pena facturar al menos una maleta por si acaso (son muy estrictos con las dimensiones del bulto que puedes llevar en cabina) y también es importante sacar por internet el billete de bus hasta Roma (con Terravision cuesta 8€ ida y vuelta).
– Para la Galería Borguese y los Museos Vaticanos es fundamental reservar la entrada por Internet, ya que si no las colas son insoportables (en la Galería Borguese –se puede utilizar la Roma Pass– no dejan entrar sin reserva previa). Aunque he comprobado que las típicas tarjetas para museos y otras actividades no suelen merecer la pena, en Roma la Roma PASS es esencial (cuesta 25€ para tres días e incluye el transporte público, los dos primeros museos –de los incluidos en la guía– gratis y reducciones en los demás museos y otras actividades). Eso sí, no la compréis por Internet; es mejor comprarla en el aeropuerto (la venden en un puesto junto a las cintas de recogida de equipaje).

En Roma merece la pena caminar: cualquier rincón te puede sorprender (el patio interior de una casa, una callejuela, …)
– Nosotros estuvimos en un hostal cercano a Termini, a un paseo del Coliseum o de Santa María Maggiore y con el metro casi en la puerta. Las habitaciones estaban nuevas, la cama era magnífica y el baño impecable. También tenía aire acondicionado, calefacción, tele de pantalla plana y una neverita. Se llama Cromata Rooms y cuesta 35€ por persona y día (incluye un pequeño desayuno en una cafetría cercana al hostal).

Detalle de la cúpula de la Chiesa del Gesú
DÍA 1

Fer, dentro de un cuadro de Hopper
Nada más llegar al hotel, dejamos el equipaje y nos pusimos rumbo al centro, ya que esa tarde teníamos entradas para una estupenda exposición de Edward Hopper en el Museo del Corso. Comimos en un irlandés en el que estaban celebrando San Patricio (con menú de comida típica italiana), situado en la Via Liberiana, enfrente de Santa María Maggiore.

Piazza de San Ignazzio y Piazza della Rotonda

Vista del Panteón
Después de la exposición de Hopper (muy buena, surtida principalmente de los fondos del Whitney Museum de Nueva York) dimos un paseo por la Piazza San Ignazzio y la Piazza della Rotonda, donde está el impresionante Panteón., construido por Adriano en el año 120 sobre el original del 27 a.C.
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Vista del interior del Panteón

Escultura (Piazza del Campidoglio)
Desde el Panteón nos dirigimos andando hasta la Piazza del Campidoglio (proyectada por Miguel Ángel), donde están los impresionantes –todo es impresionante en Roma– Museos Capitolinos (Palazzo dei Conservatori y Palazzo Nuovo). Entre las maravillas que guardan estos dos palacios, se puede ver la famosa loba amamantando a Rómulo y Remo, el busto de Medusa (de Bernini), la estatua ecuestre de Marco Aurelio, etc. Me olvidaba comentar que en el camino a los Museos Capitolinos paramos en la Piazza del Gesú, para entrar en la Chiesa del Gesú, primera iglesia jesuita de Roma.

Atardecer en los Museos Capitolinos (Il Vittoriano al fondo)

Esculturas en los Museos Capitolinos

Estatua ecuestre de Marco Aurelio (s. II) y La loba

Carlo Alberto Salustri, poeta italiano conocido por el seudónimo de Trilussa (anagrama de su segundo apellido)
Completada la ración de diaria de museos, nos acercamos al barrio Trastevere, muy del estilo de La Latina en Madrid. Primero tomamos el aperitivi en Freni e Frizioni (tienen una web muy chula), un bar de moda que está en la Piazza Trilussa. Los jóvenes romanos, a partir de las 7 de la tarde, suelen ir a sitios como este bar en el que, por el precio de una bebida –algo cara–, puedes comer todo lo que quieras de los platos que ponen a tu disposición en una gran mesa en el centro del bar. Nosotros aprovechamos que hacía buen tiempo para tomarnos la cervecita acompañada de hummus, ensaladas, etc., en la coqueta plaza dedicada al poeta italiano Trilussa.
Y después del aperitivo nos perdimos por las callejuelas del barrio hasta llegar a Da Lucia, una trattoria demasiado llena de turistas y con una comida nada del otro mundo. Desde allí cogimos un bus (el medio de transporte fundamental en Roma, aparte de caminar) de vuelta al hotel. Había que dormir bien, porque el jueves empezaba con la visita a los Museos Vaticanos.

Vista del Teatro Marcello desde la Piazza del Campidoglio
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