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El miércoles, después de comer en Catania y hacer una breve visita a la ciudad, continuamos el viaje a Siracusa, donde íbamos a pasar los próximos dos días.
La entrada a la ciudad fue caótica debido a un accidente (tal y como conducen, es un milagro que no haya más), pero nada más cruzar uno de los puentes de acceso a la isla de Ortigia, nos dimos cuenta de que estábamos en una ciudad que nos iba a ofrecer los mejores momentos del viaje.
Miguel Reyero dice en su libro sobre Sicilia que «es difícil, para quien ama las ciudades hermosas, agradables y proporcionadas, ser objetivo cuando se describe Siracusa» y que «de la maravillosa isla de Ortigia, en la que se agrupa la ciudad griega, la medieval y la barroca, uno no encuentra el momento de irse y, cuando lo hace, siempre desea volver».
P.D.: Me ha dejado un mensaje en el blog en el que me dice que espera tener preparada una nueva edición de su guía de Sicilia antes de fin de año, así que ya sabéis una de las cosas que podéis regalar esta próxima Navidad.
El hotel Gutkoswski (el edificio azul) en la via Lungomare di Levante, el edificio contiguo (con más habitaciones, terraza, trattoria y una foto de la sala de desayuno.
El hotel Gutkowski, recomendación de Ernesto, son dos pequeños edificios antiguos (restaurados) frente al mar, con unas habitaciones minimalistas, pero muy bien decoradas, amplias, llenas de luz, y con preciosas estancias para la lectura, el desayuno, etc. (también tiene una terraza y, desde hace pocos meses, una trattoría).
En Siracusa, aparte del Parque Arquelógico, lo más interesante está en la isla de Ortigia (Catedral, Fuente Aretusa, Palacio Bellomo, Castillo Maniace, Templo de Apolo, etc.).
En nuestra toma de contacto con la isla, dimos un paseo por las principales calles –la zona del Templo de Apolo, la plaza Archimede, la plaza del Duomo, etc.– y terminamos junto al Castillo Maniace, cenando muy bien en la terraza de la Trattoria Taberna Sveva (Piazza Federico di Svevia, 1). Después de cenar, regresamos al hotel por la via Giudecca, la Piazza S. Giuseppe, etc., y paramos a tomar un café freddo en una pastelería de la via Matteotti.
Catedral de Sicilia, con fachada de Ignacio Marabitti (1746), que sustituye a la destruida por el terremoto de 1693.
Catedral, Palacio Senatorial e iglesia Santa Lucia alla Badia, y detalle del interior del Palacio Beneventano del Bosco. Piazza del Duomo. Ortigia. Siracusa.
Santa Lucia alla Badia y Montevergine.
La mañana del jueves la pasamos en la playa, aunque antes dimos una pequeña vuelta por la ciudad para ver el interior de la Catedral, la fuente Aretusa y un cuadro de Caravaggio que está expuesto en Santa Lucia alla Badia. Fuimos a la Masseria sul Mare (strada statale 115, Siracusa – Noto, km 391,600), un lugar de agroturismo donde comimos muy bien (lo que ellos quisieron) y desde donde accedimos a la playa Pineta del Gelsomineto (tiene otra entrada antes de la Masseria, pero hay que pagar el parking, y allí nos dieron hasta una sombrilla y pudimos utilizar después la ducha).
Aunque hay alguna playa quizá más bonita yendo hacia el sur por la costa, ésta es muy tranquila y tampoco tiene nada que envidiar a las otras.
Por la tarde nos acercamos a Noto, un precioso pueblo barroco (sufrió un terremoto en 1990 y otro en 1996 y han sido restaurados la mayoría de los edificios importantes, incluyendo la Catedral) que se desarrolla alrededor de su calle principal (corso Vittorio Emanuele) y que es uno de los lugares imprescindibles de Sicilia (me han dicho que Ragusa es otro pueblo que uno no puede perderse, pero en una semana no da tiempo a todo).
Porta Reale, San Francesco y Santa Chiara.
Interior de San Francesco y Santa Chiara.
Vistas de la catedral, desde Santa Chiara.
Lo más interesante para ver en Noto es: la Porta Reale (entrada al corso Vittorio Emanuele), la piazza della Inmacolata (que, sobre la escalinata obra de Vicenzo Sinatra, preside la iglesia de San Francesco a l’Immacolata), la iglesia de Santa Chiara (muy bonita iglesia barroca con unas vistas espectaculares de la ciudad desde su campanario), el conjunto monumental de la piazza del Municipio (la catedral –del siglo XVIII, con una fachada impresionante–, el palacio de San Alfano, el palacio episcopal y el palacio Ducezio –construido en 1746 y proyctado por Vicenzo Sinatra; actual sede del Ayuntamiento), el neoclásico Teatro Comunal, el palacio Nicolaci Villadorata (de 1640, obra de Rosario Gagliardi, con unas impresionantes ménsulas barrocas sujetando los balcones y un precioso interior) y la iglesia de Montevergini (que cierra la parte superior de via Nicolaci con su fachada cóncava con dos torres).
Iglesias de San Carlo y Montevergine.
Detalle de un balcón y parte trasera del Palacio Nicolaci Villadorata.
Salones del palacio Nicolati Villadorata.
Y después de ver Noto, lo mejor es sentarse en la terraza del Caffé Sicilia (corso Vittorio Emanuele, 125) y disfrutar de, quizá, los mejores helados y granizados que haya probado.
El granizado de almendra es excelente, los helados son riquísimos (sólo hay que preguntarle a Fernando por el de chocolate) y los cannoli (canutos rellenos de ricotta –requesón– o chocolate) son espectaculares.
Por la noche, ya de vuelta en Siracusa, dimos un paseo por la isla (uno nunca se cansa de pasear por Ortigia y cada vez se descubren nuevos rincones con algo especial) y cenamos pasta es un local barato y muy bueno (en via Cavour, 28) que se llama Sicilia in Távola.
Paseando por las calles de Siracusa.
Paseando por las calles de Siracusa.
Vista desde la fuente Aretusa (con sus impresionantes papiros) y jardín a la entrada del acuario.
Iglesia de San Benedetto.
Porta Marina, Foro Itálico, Palacio Blanco y otras vistas de la isla.
El viernes por la mañana nos íbamos de Siracusa, pero decidimos aprovechar la mañana para visitar el Castillo Maniace.
Es una fortaleza que fue construida en 1239 por Federico II sobre un fuerte levantado por el comandante bizantino Giorgio Maniace en 1038.
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Después de la visita al castillo, nos pusimos rumbo a Trapani, con escalas en el precioso pueblo de Cefalú y en Monreale (su catedral es una de las visitas imprescindibles), pero eso será parte de la quinta entrega del diario del viaje a Sicilia.
P.D.: Haciendo clic en las fotos, se abren a mayor tamaño en una nueva ventana.