El otro día estaba hablando con los compañeros de trabajo de la música que llevamos en el coche y empezamos a recordar la época en que éramos unos críos e íbamos de viaje en el coche de nuestros padres. Yo me acordaba de los cartuchos del Seat 124 (ahí sólo se podía escuchar lo que compraba mi padre) y de cuando se compró el Seat 132, que tenía casete. En ese momento ya podía llevar mi propia música (necesitaba como fuera que quitaran aquella cinta de Ray Conniff con versiones de temas de los Bee Gees que sonaba en todos los viajes).
El problema era que tenía que ser muy cuidadoso con lo que grababa en las cintas, ya que había muchas canciones que no pasaban el filtro de mis padres (las letras, salvo que fueran en español, no eran un problema). Así, después de algún que otro intento fallido, conseguí hacer recopilaciones que no les resultaban estridentes o demasiado raras para ellos.
Haz clic en la portada para descargar las canciones en mp3 y la carátula en pdf.
Así ha surgido la primera recopilación que os dejo hoy. Es una especie de cinta para poder escuchar en el coche de mis padres, pero con un mínimo toque de «rebeldía» (digamos que a mitad de cinta hay un «ya está bien, ahora elijo yo la música» que, sin suponer una ruptura con lo anterior, sí que cambia de estilo.
Estos son los grupos y artistas que he incluido en Summer Trip (with my parents): Steve Forbert, Lee Hazelwood, Gilbert O’Sullivan, Todd Rundgren, Alice Cooper, Lesley Duncan, Karen Dalton, Ian Hunter, Alejandro Escovedo, Jayhawks, Mott The Hoople, Britta Phillips & Dean Wareham, Blondie, The Feelies, Ian McNabb, The Psychedelic Furs, X, The Icicle Works, Gin Blossoms, Cinerama, Minutemen y The Cars.
Hay tres versiones y una curiosidad (la versión del All The Young Dudes que he incluido, aunque es la de Mott The Hoople, incluye la colaboración de David Bowie).
Haz clic en la portada para descargar las canciones en mp3 y la carátula en pdf.
La segunda recopilación, Summer Trip (with you), la he hecho pensando en un viaje con mi pareja y he intentado salirme un poco de las que suelo dejar aquí (tampoco mucho). Los grupos y artistas que he incluido son: X, Hüsker Dü, Archers Of Loaf, Buick MacKane, Pixies, Black Francis, Wire, Dinosaur Jr, Grandaddy, Television Personalities, The Dream Syndicate, Minutemen, Jane’s Addiction, The Field Mice, Yo La Tengo, Heavenly, Talulah Gosh, Felt, The Sweetest Ache, Sebadoh, Baxter Dury, Sonic Youth y David Bowie. En esta hay una versión y, como curiosidad, deciros que tras Buick MacKane está Alejandro Escovedo.
Aquí tenéis el listado de temas de las dos recopilaciones:
P.D.: La siguiente actualización del blog será, casi seguro, después del Primavera Sound.
P.D.: Las fotos de las portadas son del álbum familiar (la culpa de la ropa la tiene mi madre) 🙂
Edu, del grupo MORGAN, me ha dejado el enlace a su versión del tema Cocaine Man, de Baxter Dury. Como la versión está chula y, además, es una de las canciones que he incluido en las recopilaciones, la comparto con todos vosotros:
Después de casi cuatro días de museos y actividades lúdico-culturales, el lunes habíamos pensado en dedicarlo a compras y a pasear por la ciudad.
La primera imagen de la mañana, bajando hacia el Soho, fue un anuncio en una cabina telefónica. El protagonista de la campaña publicitaria era la rana Gustavo y este era el texto del cartel: «Come moscas. Tiene una cita con una cerda. Estrella de Hollywood».
Un poco antes habíamos entrado en una tienda de GAP para comprar una sudadera al sobrino de Fer y una camiseta de Flash Gordon (chulísima) a nuestro amigo Antonio.
– Rodaje de «Person of Interest» en Washington Square y vista de la plaza.
Justo al llegar a Wahington Square nos encontramos con el equipo de rodaje de la serie Person of Interest (en las casas de esta plaza se han rodado escenas de muchas películas). La plaza sigue tan bonita como siempre.
– El arco de Washington Square, puerta de la Quinta Avenida, e interior de la tienda Supreme.
Ya en el Soho, fuimos a la tienda de Apple a comprar un iPad, entramos en Kid Robot para buscar un par de regalos (soy fan de los muñequitos de vinilo) y nos dirigimos hacia la zona de Nolita, a la tienda de Supreme, para comprarle una gorra a nuestro amigo Alberto. Allí, en Lafayette Street, se puede ver uno de los mejores grafitos que hay actualmente en Nueva York, obra de D’Face (no os perdáis su web).
«Love Her Hate Him» (D*Face)
Habíamos quedado para comer con Cris y Manuela en Torrisi (un italiano que nos habían recomendado), pero ya estaba cerrado, así que fuimos al local de al lado, The Grey Dog, que fue todo un acierto (unos sándwiches muy ricos).
– Torrisi y The Grey Dog, dos restaurantes en Mulberry Street.
Después de comer nos adentramos en el Lower East Side. Vimos a unos grafiteros en plena acción, alguna tienda curiosa, gente más curiosa aún (a alguno no le sentó muy bien ser fotografiado), y nos dirigimos a Orchard Street, una calle que hay que visitar.
¿Y tú qué miras?
– Los camareros hipster de The Grey Dog y unos grafiteros en plena acción, en el Lower East Side.
Casa de inmigrantes (Tenement Museum)
En Orchard Street está el Tenement Museum (dedicado a las familias que emigraron a Nueva York y se establecieron inicialmente por el Lower East Side) y hay excelentes –aunque caras– tiendas de ropa y cafeterías. Merece la pena entrar en la tienda que hace esquina con Broomer Street y en la cafetería que tiene justo enfrente (con un ventanal chulísimo). También estuvimos en By Robert James (nuestro amigo David conoce al dueño y nos la recomendó).
Ventanal de una cafetería de Orchard Street (esquina con Broomer Street).
– Excelente tienda de ropa (cara) y floristería en Orchard Street esquina con Broomer St., y antiguo mural en Ludlow Street.
No quería dejar de pasar por Ludlow Street, calle famosa, en la que vivió y murió Tim, el hermano de Suzanne Vega, al que dedicó la estupenda canción cuyo título es el nombre de la calle.
Seguimos el recorrido por China Town, nos paramos a ver unas zapatillas en una de las muchas tiendas que hay por la zona y continuamos hasta Clic, una excelente librería de fotografía y galería de arte en la que compré un par de libros (el de Ron Galella está genial).
– Mercadillo en Chinatown.
– Típico aparcamiento de Manhattan y vista del nuevo edificio de Gehry desde Canal Street.
El día estaba llegando a su fin. Nos separamos otra vez en Broadway Street y después fuimos al hotel a recoger a Cristina para ir a cenar a Motorino, una pizzería que la teníamos entre las imprescindibles de Nueva York, pero que ha bajado bastantes enteros (bueno, al menos mereció la pena por la cerveza Porkslap, que tiene un logo que hará historia).
– Cena en Motorino: pizza de coles de Bruselas y cerveza Porkslap.
En este cartel de obra junto a la Zona Cero se pueden ver monigotes de los semáforos decasi todo el mundo.
El martes lo comenzamos en la Zona Cero, donde ya se puede observar una casi terminada Freedom Tower. Aprovechamos para sacarnos unas fotos junto a unos carteles con los monigotes de los semáforos de distintas ciudades del mundo (Fer imitó la portada del disco de Lee Ranaldo) y, después, pasamos por el parque que hay junto al City Hall.
– El rascacielos más alto del mundo (en construcción) y el que lo fue hasta 1930.
– El parque del City Hall, otro más de los estupendos parques de Nueva York.
Bajando hacia Battery Park, entramos en St. Paul’s Chappel (su historia reciente está ligada al atentado del 11 de septiembre de 2001) y en la Trinity Church, dos iglesias que suponen un gran contraste con su entorno y que merecen la pena ser visitadas.
– St. Paul’s Chappel y Trinity Church.
– St. Paul’s Chappel.
Tocaba también ver Wall Street (en ninguna de las anteriores visitas habíamos visto la Bolsa de Nueva York –la verdad es que nunca hemos tenido un especial interés por esa zona de Manhattan–).
Desde allí seguimos bajando, pasando junto a uno de los edificios más antiguos de la ciudad (Fraunces Tavern Museum) y paramos un momento para decansar en el muelle donde se coge el Ferry a la Estatua de la Libertad.
– La Bolsa de Nueva York y Fruances Tavern Museum.
Memorial por los caídos en la guerra de Vietnam.
Continuamos nuestro paseo por delante del impresionante memorial a los caídos en Vietnam y llegamos hasta South Street Seaport, donde paramos de nuevo (Cris y Manuela no podían aguantar sin entrar en A&F).
– Manuela, Cris y Fer posando delante de un ferry y zona de salida del ferry a Staten Island.
Nueva York, ciudad de contrastes.
Para comer decidimos acercarnos a Dumbo. Fuimos al antiguo Dumbo General Store, que ahora se llama Al Mar y está más centrado en comida italiana. La decoración no ha variado mucho y los sándwiches que comimos estaban ricos (aunque no superaron al de roastbeef que nos tomamos el año pasado).
– Comida en el restaurante Al Mar y vista del puente de Brooklyn.
Judíos ortodoxos y el Manhattan Bridge.
Al terminar la comida, era obligado un paseo por Dumbo y el parque del Puente de Brooklyn. Hicimos, como no, la famosa foto del puente de Manhattan y descubrimos con desagrado que han plantado un antiguo tiovivo junto al puente de Brooklyn. Si sólo fuera el tío vivo, a lo mejor hasta quedaba bien, pero han hecho una explanada de hormigón y un cubo horrible de acero y cristal que protege al tíovivo, pero anula las vistas).
Siempre que estoy aquí, me acuerdo del cartel de «Érase una vez en América».
Tras la visita al parque (coincidimos con muchas familias de judíos ortodoxos), fuimos a The Powerhouse Arena (otra de mis librerías favoritas) y entramos en una nueva tienda de cupcakes, que se llama One Girl Cookies. Como era obligado, volvimos a Manhattan cruzando a pie el puente de Brooklyn, dando así por casi terminado el día.
– Vestíbulo y sala de conciertos del Radio City Music Hall.
Faltaba, nada más y nada menos, el conciertazo de PULP en el Radio City Music Hall, que fue uno de los mejores momentos de este viaje. La sala es impresionante, tanto por su decoración como por su acústica, y nunca habíamos escuchado un concierto con un sonido tan bueno. Fue el mejor broche de un viaje que ya casi llegaba a su fin.
¡ P U L P !
P.D.: Después del concierto, aún tuvimos tiempo de ir a cenar al Shake Shack que está en el distrito de los teatros.
Gitterman Gallery.
Y legó el miércoles, el último día del viaje. Lo aprovechamos para hacer unas últimas compras y para visitar un par de sitios. Entre ellos, la Gitterman Gallery (está en la 75 con Lexington Avenue), donde había una exposición del fotógrafo Adam Bartos. La exposición nos gustó, pero lo que realmente nos encantó fue la propia galería: una casa de dos pisos con un patio ajardinado y unos ventanales impresionantes; un sitio ideal para vivir.
– Los dos pisos de la espléndida Gitterman Gallery.
Después de la exposición de fotografía, nos fuimos hasta la Grand Central Station. Aprovechamos que allí han abierto un nuevo Apple Store (teníamos que comprar un iPad a nuestro amigo Mario) y, de paso, volvimos a disfrutar de la impresionante estación de tren y del Chrysler Building, el rascacielos más bonito de Nueva York.
Chrysler building.
– Interior de la Grand Central Terminal y fachada exterior, con el antiguo edificio de la PanAm a su espalda.
Sala de la Grand Central Terminal.
Quedamos para comer con Cris y Manuela en Torrisi, pero, de nuevo, estaba cerrado. Decidimos ir a Kesté Pizza & Vino, una pizzería que está en Bleecker Street y que es da las buenas de Nueva York. Tras la comida, nos acercamos a nuestra pastelería favorita, Amy’s Bread, que está en la misma calle (dimos buena cuenta de las tartas).
– Kesté y Amy’s Bread, una pizzería y una pastelería de Bleecker street que son de obligada visita.
Y ya no nos quedaba tiempo para mucho más. Manuela pilló un taxi para acercarse a Armani a comprar un traje que había visto el día anterior y nosotros nos fuimos al hotel, andando desde Bleecker Street.
Termina aquí la crónica de nuestro quinto viaje a Nueva York (el más largo y el que se nos ha hecho más corto). Seguro que volveremos más pronto que tarde, pero antes caerá una crónica sobre Berlín, nuestro próximo destino.
Espero que hayáis disfrutado de la crónica y de las fotos y que os pueda servir de guía si decidís visitar una de las ciudades más impresionantes del mundo.
Mira a través de la farsa de los populistas: vota progresista.
El sábado por la mañana, después de desayunar en el hotel, cogimos el metro camino del Brooklyn Museum, para ver la exposición de Keith Haring, un artista que nos gusta especialmente (en el viaje de 2009 fuimos a la zona Este de Harlem para ver su mural «Crack Is Wack«).
Ya antes de llegar al museo, empecé a hacer alguna foto, como la de un camión incitando al voto progresista o la de algún personaje interesante en los andenes del metro.
Después de ver la expo de Haring y de tomarnos un café en el museo, fuimos hacia el mercadillo de Fort Green, pasando antes por la Brooklyn Public Library,la Grand Army Plaza y el BAM. Estuvimos un rato paseando y curioseando por los puestos. Había varios sitios para comer (los de Motorino tenían un horno portátil para hacer pizzas), pero como llevábamos bastantes cosas encima, decidimos pasar por el hotel y tomar una pizza en Company (sí, nuestra pizzería favorita).
– Mural de Keith Haring y Museo de Brooklyn.
– La Biblioteca Pública de Brooklyn y el arco de la Grand Army Plaza.
Fa, Fa, Fa, Fa, FASHION!
– Juguetes y tipos de imprenta en el Fort Green Flea Market.
– La Brooklyn Academy Of Music (BAM) con la Williamsburg Savings Bank Tower al fondo, y Cris, Manu y Fer en el metro, de vuelta a Manhattan.
En Company tienes las mejores pizzas de Nueva York.
Cristina y Fernando en Park Avenue.
Tras la comida, había que aprovechar que el sábado por la tarde la entrada del Guggenheim es gratuita, así que pusimos rumbo al museo para ver la exposición de fotografías de Francesca Woodman. Nos hicimos antes una foto en Park Avenue, que es una de las calles más bonitas de esa zona, especialmente cuando llega la primavera.
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Los pasillos del Guggenheim.
–Vistas del Guggenheim y del Metropolitan Museum.
Tras la visita al Guggenheim (un museo tan bonito como incómodo), dimos un paseo por el lateral del Central Park, pasamos por delante del MET y por la Apple Store de la Quinta Avenida, hice una foto al interesante edificio de fachada acristalada y curva que está en la calle 58 (entre la 5ª y la 6ª) y volvimos al hotel a descansar un rato.
Atardecer en Central Park.
Interior del Red Rooster.
Quedaba la cena en Red Rooster, uno de los restaurantes de moda en Nueva York (en Harlem) que dirige el chef Marcus Samuelsson, y en el que han estado personajes públicos como Obama. Tanto la decoración, como el ambiente y la comida merecen la pena. Al salir del restaurante, pasamos por delante del Lenox Lounge (un local clásico de jazz en Harlem) y cogimos un taxi al hotel, que ya tocaba descansar de verdad.
– El Red Rooster y El Lenox Lounge, dos locales que hay que visitar en Harlem.
El puente George Washington, visto desde Fort Tryon Park.
The Cloisters.
El domingo por la mañana cogimos el metro hacia Fort Tryon Park, para visitar The Cloisters (el conjunto de iglesias y monasterios de los siglos XII al XV que los americanos se llevaron piedra a piedra de Europa y montaron de nuevo, sin mucho criterio, en el Noroeste de Manhattan). Tuvimos un pequeño despiste y casi acabamos en el JFK, pero reaccionamos a tiempo.
– Dos vistas de Fort Tryon Park, uno de los parques más bonitos de Nueva York (y hay unos cuantos).
– Cuando se está en The Cloisters, a uno le cuesta creerse que sigue en Nueva York.
Es verdad que cualquier iglesia española o europea le da mil vueltas al parque temático de The Cloisters, pero hay que reconocer que el parque en el que se encuentra el conjunto arquitectónico es precioso (y las vistas del río Hudson y el puente George Washington merecen mucho la pena).
Escenas del metro de Nueva York (en la línea que queda más cerca de Fort Tryon Park).
El lago de Central Park.
Terminada la visita a The Cloisters, bajamos a comer al Shake Shack que hay cerca del Museo de Historia Natural y después dimos un paseo por un espléndido Central Park soleado y primaveral (es uno de los lugares de Nueva York que uno no se cansa de visitar). Una pareja de recién casados en un carruaje, saltimbanquis, un hombre con una maqueta de un barco a cuestas, … En Central Park, cada paseo es una pequeña historia.
Una tarde soleada en Central Park.
Una escultura del MET.
Tras el paseo por el parque, fuimos al MET (la entrada del MET vale para The Cloisters si se visitan el mismo día –y se paga la voluntad–) para ver dos exposiciones: la colección de arte de la familia Stein (Picasso, Matisse y el avant-garde parisino) y Naked Before The Camera (fotografías de todas las épocas sobre el desnudo). Aquí es donde hice una de las fotos de este viaje que más me gustan.
«Naked Before The Camera» (Desnuda ante la cámara).
Terminada la visita al MET, dimos un largo paseo para coger el funicular de Roosevelt Island y recorrimos parte de la isla, desde la que se puede ver la zona de la ONU y otras vistas de Manhattan (además, coincidimos con la celebración de una boda y la novia posó sonriente para mi cámara).
– El funicular de Roosevelt Island.
– Una novia posa para mi cámara en Roosevelt Island. En la otra foto, Cristina y Fernando en el paseo de la isla.
Paseando por Roosevelt Island.
Vinegar Hill House.
El domingo ya tocaba a su fin. Después de un merecido descanso en el hotel, nos fuimos a cenar a Vinegar Hill House, un restaurante de Brooklyn (muy cerca de Dumbo) que nos habían recomendado hace ya tiempo Isa y David y que es de lo mejorcito que nos hemos encontrado en Nueva York. Decoración, ambiente y, sobre todo, la comida, que estaba deliciosa.
Exterior del coqueto restaurante Vinegar Hill House.
El lunes iba a estar dedicado principalmente a las compras y a pasear por el Soho, el Lower East Side, etc., pero eso será parte de la próxima crónica.
Aquí empieza el relato de nuestro quinto viaje a la ciudad de Nueva York, que en esta ocasión ha vuelto a coincidir en primavera (la mejor época del año para disfrutar de esta ciudad y de casi todas).
Como en las dos anteriores visitas, decidimos alojarnos en el Hampton Inn Manhattan Chelsea, un hotel muy céntrico, con habitaciones y camas amplias y con un precio bastante bueno si lo comparamos con otros hoteles de su categoría (además, incluye el desayuno).
Llegamos al JFK, en un vuelo de Air France operado por Delta, el jueves 5 de abril sobre las 12 de la mañana, pero el control de aduana y un pequeño problema en el Air Train hizo que perdiéramos como hora y media. Para el primer día ya teníamos un concierto en la agenda, pero ya sabíamos que no iba a dar para mucho más.
El Empire State building visto desde la calle 33 con la 9ª Avenida.
Aprovechando que un compañero de trabajo me había encargado una cámara, después de dejar las maletas en el hotel nos acercamos dando un paseo hasta B&H Photo, un emporio judío de la fotografía. Paramos antes en Macy’s (los grandes almacenes por antonomasia) para comprar un regalo al ahijado de Fernando, e hicimos un par de fotos al Empire State Building (desde esa altura de la calle 34 y, sobre todo, de la 33, hay una excelente vista del hasta ayer rascacielos más alto de Nueva York).
Fer con la jarra de cerveza de Company.
Realizadas las compras, decidimos que lo mejor era una comida-merienda-cena antes del concierto de Perfume Genius en Brooklyn. Uno de nuestros restaurantes favoritos (que, además, está cerca del hotel) es Company, una pizzería excelente gracias a la cual descubrí en nuestro anterior viaje un objeto que os enseñaré más adelante.
Tras la pizza Popeye y una jarra de cerveza Ommegang, nos dirigimos al hotel a dejar las cosas y a cambiarnos, para, acto seguido, coger el metro hasta Brooklyn.
El concierto era en The Glasslands Gallery, un sitio muy cutre de Williamsburg en el que hay muy buen ambiente y mejores conciertos (normalmente de grupos de la escena indie poco conocidos o que están empezando). Llegamos demasiado pronto, incluso para ver a los teloneros (Parenthetical Girls), lo que nos permitió fijarnos en el local: un fotomatón en una esquina, un primer piso-balcón que parecía que se iba a caer en cualquier momento, un escenario decorado como para una función colegial, una nevera destartalada con un papel sujetado con pegamento indicando dónde estaba el WC, … Aún así, el garito tenía su encanto. Los Parenthetical Girls, a los que no conocía, me engancharon con su sonido mezcla de cabaret y glam, y Perfume Genius, al que ya había escuchado un par de veces, tuvo que pelear con el concierto hardcore de la sala de al lado, pero les ganó la partida.
– Parenthetical Girls y Perfume Genius en The Glasslands Gallery.
Otra curiosidad de la noche fue la presencia en la sala (a menos de dos metros de nosotros) de Michael Stipe y del cantante de The Pains Of Being Pure At Heart, pero todo esto y mucho más lo podéis leer con mucho más detalle en la crónica de los conciertos que Fer escribió para Indienauta.com y que va acompañada de mis fotos (pinchad AQUÍ para acceder a ella).
Con el concierto en The Glasslands Gallery se terminaba el primer día en Nueva York. En el hotel habíamos dejado un mensaje a Cristina y a Manuela, que habían llegado más tarde en otro avión, para quedar con ellas el viernes por la mañana.
– Cris y Manuela delante de The Pace Gallery y detalle de la exposición en Bertrand Delacroix Gallery.
– En Chelsea, hasta los garajes tienen «arte».
The High Line.
Comenzamos el viernes visitando a zona de Chelsea. Fuimos a algunas galerías de arte como The Pace Gallery o la Bertrand Delacroix Gallery, donde vimos obras de Joseph Adolphe y Beth Carter. El motivo principal del paseo por Chelsea era The High Line, el parque de Nueva York construido donde había una vía de tren elevado abandonada, que es uno de los principales reclamos de la ciudad (habíamos estado en otras dos ocasiones, pero en ambas había coincidido que era invierno –aparte de que en esta ocasión era primavera, ya habían inaugurado un nuevo tramo–). Es obligatorio un paseo por el parque, desde el que se ve la ciudad de Nueva York bajo una perspectiva diferente y, además, hay excelentes vistas del IAC –un edificio de Frank Gehry–, y del hotel The Standard, al que The High Line lo cruza literalmente).
The High Line, un parque diferente.
– Comederos para pájaros en The High Line.
– Cris y Fer parodiando el cartel de una película y vista del edificio IAC.
Fotografía de Stan Douglas.
Tras el paseo por el parque, nos acercamos a la galería de David Zwirner, para ver la exposición de fotografías de Stan Douglas«Disco Angola» (aproveché para comprarme en la galería un libro de Douglas). Después de la exposición fuimos al Chelsea Market, un precioso mercado surgido de la reforma de una antigua fábrica de galletas de Nabisco (ya habíamos estado en otra ocasión, pero Manuela no lo conocía) y, de allí, nos dirigimos a la Apple Store del Meat Packing Distrit.
De paseo por el Meat Packing District pudimos ver un zepelín de U.S. Navy.
– Interior del Chelsea Market y una tarta de Elmo en una pastelería del mercado.
Porchetta.
Como se acercaba la hora de comer, decidimos ir a otro de nuestros sitios favoritos: Porchetta. Cogimos el metro y nos dirigimos al Lower East Side para disfrutar de uno de los mejores bocadillos de cerdo que he comido en mi vida (antes nos detuvimos en Kim’s Video & Music, en la 1ª Avenida, para comprar el vinilo de Lee Ranaldo). Como en el local casi no hay espacio, nos acercamos al Tompkins Square Park, para comerlo tranquilamente. Era Viernes Santo, y una pequeña procesión nos lo recordó.
No quedaba tiempo para mucho más, así que nos fuimos dando un paseo hasta 5 Napkin Burger (una de las muy buenas hamburgueserías de Nueva York, en Hell’s Kitchen) y, después de disfrutar de una hamburguesa, nos despedimos de Cristina y de Manuela para poner rumbo al Music Hall of Williamsburg, donde íbamos a ver el concierto de The War On Drugs (podéis ver todas las fotos y la crítica de Fer en la crónica de Indienauta).
– Cenando en 5 Napkin Burger y The War On Drugs en concierto.
Tras el no muy buen concierto de The War On Drugs, el viernes llegaba a su fin. El sábado comenzaría, de nuevo, en Brooklyn, pero esa historia forma parte de la segunda parte de esta crónica.